lunes, 28 de febrero de 2011

Esquema de la Moral Cartesiana.

De nuevo os presentamos otro proyecto que realizamos desde la asignatura de filosofía. Este consiste en hacer un esquema con los cinco puntos que corresponde a la filosofía cartesiana. Pero por falta de tiempo en las clases en un principio sólo os presentaremos la mitad del trabajo, la otra mitad se subirá más adelante.
Otra cosa importante que cabe mencionar, es que, este esquema lo vamos a realizar porque Cinthia nos envió un e-mail con una redacción hablando acerca de este tema. Y hemos observado que dicha redacción no está bien a nivel de contenidos, así que, primero investigaremos y comprenderemos la información y después le contestaremos diciendo qué tiene que cambiar.
Esperemos que os guste, esta vez hemos utilizado uno de los programas que nuestra profesora Ana Estela i Gallach nos recomienda: MINDOMO. Disfrutadlo... y hasta dentro de unos pocos días.





Tamara Baranova, Andy Juca, Jéssica Jiménez y Mireya Montaner. 2º Bachillerato B.

jueves, 10 de febrero de 2011

Que sais je?

Después de estudiar a Platón y de realizar los correspondientes examenes, hemos empezado a estudiar a René Descartes. Y de nuevo, os dejamos una de las actividades correspondientes a la PAU: la actualización. Con ella, intentaremos responder a una pregunta: ¿Es Descartes un pensador escéptico?

En primer lugar, es necesario remontarse al siglo IV a.C, en concreto, a la Antigua Grecia. Duranta este periodo se fundará el escepticismo radical por parte de Pirrón de Elis (320 a.C – 270 a.C.). Este movimiento epistemológico se retomará durante los inicios del Renacimiento como una de las corrientes más influyentes dentro de la comunidad filosófica y científica de esa época.

Por lo tanto, el Pirronismo o escepticismo radical fue una corriente helenística que consistía en huir de la angustia del existir, con la finalidad de alcanzar cierta felicidad. Los seguidores de esta doctrina defendían su posición mediante una serie de argumentos que además se utilizaron como contraposición al dogmatismo: los silogismos no son totalmente válidos y demostrativos; nuestros sentidos pueden proporcionarnos información falsa y subjetiva;  cada uno de los hombres está provisto de ciertas costumbres y/o tradiciones que difieren con las del resto, causando controversia y desacuerdo entre ellos.

En suma, el escéptico radical, ha de renunciar a la formulación de juicios, debe suprimirlos, adquiriendo una actitud que se conoce como “epojé”, con la finalidad de alcanzar la felicidad y armonía, ajenas al conflicto crónico que existe entre los hombres.

Ahora bien, toda esta corriente clásica volvió a adquirir importancia durante el Renacimiento, gracias a autores como Sexto Empírico (“Hypotyposis pirrónicas”), quien recapituló y concretó los argumentos del escepticismo radical. Estos, serían ahora utilizados por autores como Erasmo, Montaigne o Francisco Sánchez, como crítica al dogmatismo impertante, coincidiendo con la crisis religiosa, étnica y científica del momento. Concretamente, porqué las religiones cristianas reñían entre ellas por adquirir la verdad; el descubrimiento de América enfatizó el argumento de las tradiciones y finalmente, los escolásticos no tenían en cuenta que la capacidad humana de pensar tenía límites, pues dedicaron su tiempo a indagar en cuestiones complejas de metafísica o teología. 

Análogamente, Descartes desarrolló un escepticismo que no tiene casi nada que ver con la de los autores señalados previamente. Sin embargo, la influencia de Montaigne es notable en su obra desde un punto de vista religioso, pues ambos respetaban su teología y acataban las leyes y costumbres de sus países, por lo que esto incluye aceptar “la religión en la que Dios me ha concedido la gracia de ser instruido desde mi infancia”.

De forma más concreta, el escepticismo metódico de Descartes surge en un contexto de investigación científica, de continuos descubrimientos y establecimientos de teorías astronómicas y físicas, entre otras. En consecuencia, Descartes advierte que había que rechazar a asentir a todo aquello que pudiera dudarse a nivel racional. En efecto, él practica un continuo cuestionamiento y un examen crítico para ver si  quedan juicios ciertos, evidentes e indudables, es decir, alcanzar verdades que fundamenten el conocimiento, que por entonces era un tema delicado. Por otra parte, ésta práctica de la duda era un antídoto contra el dogmatismo, que por entonces aseguraba la existencia de verdades absolutas, ignorando nuestras capacidades cognitivas y subjetivas, además de prescindir de los condicionamientos culturales que nos hacen asumir determinadas creencias como verdaderas.  

Asimismo, sabemos que Descartes fue una personalidad obsesiva con el tema de la certeza. Muchas son las alusiones que hace en el “Discurso del Método”, concretamente en la primera parte, donde explica que a pesar de haber estudiado en uno de los más prestigiosos colegios de su época, junto con celebridades dignas de mencionar, no se encontraba contento, más bien todo lo contrario: la incertidumbre, la duda y el error provocaban en él cierta situación de ignorancia, por lo que cierta libertad de pensamiento y un riguroso examen individual por parte de cada uno.

Antes hemos mencionado superficialmente el papel de los aristotélicos durante el Renacimiento. Principalmente, sus teorías están relacionadas con el campo de la metafísica y de la cosmología: teoría hilemórfica, la física aristotélica enfocada al movimiento de los cuerpos, etc. Sin embargo, la escuela aristotélica fue más allá y se convirtió en un excesivo intelectualismo, es decir, anhela explicarlo todo, incluso teorías metafísicas o teológicas que se encuentran fuera del alcance de la razón humana, débil de por sí y sin capacidad de dar luz a estos oscuros interrogantes. Todo esto proporciona otra razón más a Descartes para cuestionar si es o no posible alcanzar conocimiento verdadero alguno y por lo tanto, la aparición de su escepticismo metódico.

Por todo ello, podemos concluir que Descartes sí que practica un escepticismo pero totalmente distinto al radical, practicado por Pirrón. En concreto, desarrolla un escepticismo metódico como respuesta al dogmatismo irreflexivo de su época, así como el imperante exceso de “conocimiento” por parte de los aristotélicos. También es necesario destacar que el contexto de crisis general y de abundantes descubrimientos científicos le impulsa a plantearse un método que no niega el conocimiento, pero se  basa en un riguroso examen y en la duda, con la finalidad de conseguir verdades indudables y evidentes, las cuales le ayuden a distinguir lo verdadero de lo falso “para  ver claro en mis acciones, y caminar con seguridad por esta vida”.